No todos los duelos son iguales. Ni todos afectan con la misma intensidad, fuerza y duración.
Esta es una historia real de duelos escondidos tras un gran duelo. Enrique (nombre ficticio) quería compartir su historia, como él dice, "la historia de su vida", por si pudiera ayudar a otras personas.
Conozco a Enrique desde hace bastante tiempo. Compartimos amistades comunes y habíamos coincidido en algunas reuniones y fiestas. Es una persona risueña, divertida y siempre con una sonrisa en la boca.
Llegó a la consulta sonriente, y al sentarse, su cara se transformó. La sonrisa se desdibujó para dar paso a un semblante serio y gris.
Su mujer había fallecido hacía más de un año y él seguía en duelo. Un duelo que había aprendido a ocultar a los demás porque no se sentía comprendido por su entorno. Se había divorciado de su mujer hacía ya algún tiempo; sin embargo, se sentía ligado y unido a ella de tal manera que tras su muerte, se sentía su viudo. Lo que para él era lo lógico, para los demás carecía de sentido.
Su historia de amor comenzó cuando eran jóvenes, fue su primer amor. Tras años de convivencia llegó el desgaste y su mujer decidió que era mejor separarse; y poco tiempo después, se divorciaron. Apenas mantuvieron contacto, algo esporádico y ocasional. Enrique intentó rehacer su vida, pero su mujer seguía en su corazón.
Hace poco más de un año, Enrique se enteró por unos amigos que la que fue su mujer estaba muy enferma, ya en fase terminal. Dudó de si sería bueno ir a verle. Una parte de sí mismo le animaba a dar el paso: "ve a verle"; y otra, le recordaba que no sería bien recibido. La vida decidió por él, ya que su ex mujer falleció a las pocas horas.
Enrique comenzó a revivir su vida. Estaba divorciado, sí, pero dentro de él, sus sentimientos eran muy fuertes e intensos. Había muerto la mujer de su vida. Aparecieron con fuerza el dolor, el vacío, la culpa. Y también emergieron los duelos que no había podido cerrar antes. El duelo por la separación, el duelo por el divorcio, el duelo por las relaciones que había iniciado y no habían funcionado.
Su entorno no comprendía que se sintiera el viudo de su ex pareja de la que llevaba muchos años divorciado. Intento explicarles por qué su corazón estaba roto de dolor. Para él no habían pasado los años, seguía unido a ella. Cada vez que intentaba hablar con sus amistades sobre ello, se encontraba con caras raras, cambiaban de tema o simplemente le decían, que su relación se había acabado hace tiempo y que no pensara en ello. Al no encontrar la comprensión que el necesitaba, decidió vivir su duelo en silencio. Añadiendo así más dolor al que ya tenía.
Me comentó que aún sentía tristeza por lo que pudo haber hecho, pudo haber vivido, por lo que puedo ser y no fue. Todo lo vivido y experimentado a lo largo de este año le estaba ayudado a entender el apego, a cerrar los duelos antiguos, esas viejas heridas por las que no habían pasado los años. Aunque sentía que todavía no había terminado del todo su proceso, sentía que estaba sanando emocionalmente. Estaba empezando a sentirse liberado.
Un duelo duro y difícil, le obligó a afrontar a su vez los duelos inconclusos. Se enfrentó a sí mismo, a su dolor, a su apego, permitiéndole conocerse mejor. Entendió que su corazón herido no había avanzado ya que vivía apegado a un recuerdo idealizado, no a la realidad.
Hace unos días me enteré de que Enrique había comenzado una relación nueva. Le deseeé toda la suerte del mundo. Es un nuevo Enrique, ligero de equipaje, con ganas de ser feliz, de vivir la vida.
Si sientes que puede ser una señal, tal vez lo sea.
Te animo a que bucees en tus sentimientos hacia él. Qué es lo que todavía te no deja avanzar y cerrar esta etapa. Eso no significa que dejes de amarle o de quererle.
Me alegro que te guste el blog.
Besotes.
No sé lo que te han aconsejado. Por mi parte, en el caso de la espera antes de una comunicación, suelo aconsejar esperar alrededor de tres meses. No hay un tiempo de espera estandar. Cada persona es un mundo y cada duelo también lo es. Las emociones y los sentimientos, como la ansiedad, el dolor, la rabia, la angustia, la culpa, la ira, la frustración... pueden llegar a bloquear o interferir la comunicación. Y por eso, es recomendable esperar un tiempo. Y además así también damos su espacio al ser que ha fallecido para que pueda adaptarse a su nuevo plano.
No todos podemos ver las señales y mensajes con claridad. A veces por muy evidentes que sean, pueden pasar desapercibidos. O que lleguen a través de otras personas.
Si sientes que debes o que necesitas hacerle una despedida, te animo a que lo hagas. Haz lo que te "mande" el corazón. Déjate llevar y siente. Puede ser un acto muy sencillo hasta un ritual personalizado.
Besotes.
Si consideras que necesitas ayuda, te acosejo que acudas a un profesional que te guíe en este proceso. Y si lo deseas, puedes contactar con nosotros para realizarlo.
Muy bien.
Besotes.
Al morir, volvemos a "casa", al plano, espacio o lugar en el que permanecemos hasta volver a encarnar.
Y entonces, elegimos qué queremos hacer. Podemos ayudar a nuestros seres queridos, a otros seres, o simplemente descansar. Todo ello, forma parte de la evolución de las almas.
Los seres que han fallecido te pueden ayudar y lo hacen si lo consideran oportuno. Ellos "mandan". Ellos deciden cuándo, cómo, de qué manera.
Solo puedo hablar de lo que conozco y he vivido. Del resto no.
Besotes.
Estás pasando por uno de los momentos más duros y difíciles en la vida, la muerte de un ser querido, de un ser amado.
No es un proceso fácil: sentir el vacío, la ausencia, el dolor, la incomprensión, la rabia, el amor, el recuerdo de los estupendos momentos vividos, etc en apenas segundos.
Es una montaña rusa de emociones y sentimientos.
Ten paciencia contigo misma, permítete expresar lo que sientes. Date tiempo, cuídate.
Si lo consideras oportuno, puedes acudir a diferentes especialistas para que te acompañen durante este duelo.
Besotes.